El martes recién pasado se transmitió por las pantallas del “canal de todos los chilenos”, Televisión Nacional de Chile/TVN, el programa del periodista Santiago Pavlovic, “Informe Especial”, que prometía mostrar imágenes inéditas sobre la situación en las comunidades Mapuche de Ercilla, en su capítulo titulado “zona roja”.
Por Gerardo Berrocal S.
El Reportaje
El impetuoso título y los spot’s promocionales que transmitió el canal a modo de avance, ya hacía advertir el enfoque del programa. Las “exclusivas imágenes” registradas por los mismos carabineros del GOPE con una cámara instalada en sus cascos -quienes entraban violentamente a allanar las casas de Wente Winkul Mapu- mostraban el momento en que el sargento Hugo Albornoz, estaba agónico en el suelo luego de recibir el disparo que le causó la muerte, mientras titulaba “emboscada Mapuche”.
Sin embargo, ante la emisión de los avances promocionales, la Corte de Apelaciones de Temuco emitió una orden que prohibió al canal emitir las imágenes del sargento Albornoz, a petición de la familia del funcionario policial, quienes se vieron afectados cuando se mostraron parcialmente las imágenes. En consecuencia, el día sábado anterior a la emisión del programa, TVN retiró el video promocional de su sitio web.
Pero esto no impidió que el programa mantuviera su fecha de estreno. Llegado el momento, al poco andar ya se podía confirmar las sospechas, “ataques incendiarios”, “armas de fuego”, “enfrentamientos”, “tomas de parcelas”, “conflicto Mapuche”, “zona roja”, era lo que prometía el programa. Pavlovic nos mostraría la imagen de quienes son los Mapuche buenos, es decir, los que han aceptado las políticas del gobierno de Piñera integrándose al Área de Desarrollo Indígena/ADI Ercilla, representados en la figura del Lonko Juan Curinao; y los Mapuche malos, o sea, los que “queman camiones”, “roban armas”, cometen “abigeato”, “queman casas”, “toman tierras”, “amenazan” a los pequeños agricultores y provocan el “miedo” en la zona, representados en las comunidades Autónoma Temucuicui, Tradicional Temucuicui y Wente Winkul Mapu.
Para hacer funcionar la poco novedosa estrategia comunicacional, Pavlovic pone énfasis en los ataques incendiarios, con un extenso espacio para el ya conocido ingrediente: la victimización de los “pequeños parceleros” del sector, entre los que cuentan incluso personas de Angol. Por otra parte, por ejemplo en la quema de la escuela de Chequenko, no se aclara circunstancias ni situación investigativa de los hechos, sino que por el contrario, se inculpa de antemano a los Mapuche que se mantienen en recuperación territorial, pero sin dar espacio a la versión de los propios integrantes de la comunidad afectada, a los padres de los niños que estudian en esa escuela, quienes desmintieron en su momento –a través de medios alternativos por cierto- las acusaciones en su contra y que más aun, tenían sospechas que grupos externos a la comunidad estarían involucrados.
El reportaje hace alusión también a la quema de la casa del Lonko Juan Curinao, hecho ocurrido en el mismo momento en que se inauguraba un consultorio en Ercilla junto a los integrantes del ADI, actividad interrumpida por integrantes de las comunidades de Temucuicui y Wente Winkul Mapu, a quienes autoridades y medios ya han acusado públicamente de ser responsables de la quema, sin que nadie se haya preocupado de preguntase o de dar espacio a la posibilidad que haya otros grupos interesados en inculpar a los Mapuche, como ya ha ocurrido en el pasado. Pero en el programa también se encuentra a los culpables: “la Comunidad Autónoma Temucuicui”, que en palabras del propio Pavlovic, estarían identificados por el Lonko Curinao.
El programa también muestra imágenes de la marcha a la que convocó la Comunidad Autónoma Temucuicui, con las que intenta seguir contextualizando el ambiente en el que permanece la vapuleada “zona roja”, para lo que expone los encendidos discursos de los Werken que se dirigieron a quienes acompañaban el emblemático proceso judicial preparado para acusar a jóvenes Mapuche de la comunidad, inculpados por uno de los tantos hechos atribuidos a integrantes de comunidades de Ercilla que mantienen procesos de recuperación territorial, el “Caso Peaje Quino”, al que Pavlovic no hace referencia.
Nada dice Pavlovic tampoco en relación al sobreseimiento, por unanimidad de los jueces, de todos los imputados en el caso, ni de la absoluta falta de pruebas para inculparlos en un viciado juicio que los mantuvo por casi dos años encarcelados, y en huelga de hambre por casi 90 días en 2010. Tampoco se refiere a las irregularidades que llevaron a expulsar del caso al Ministerio Público, por faltas en el proceso como “desacato” y “vicios formales”, además de que lo que permitió que fueran acusados fue únicamente el uso de la Ley Antiterrorista, con un “testigo protegido”. Ni que el único querellante terminara siendo el Ministerio del Interior, en un politizado juicio que buscó hasta última instancia, a pesar de la absoluta falta de pruebas, el encarcelamiento de los Mapuche de Temucuicui.
Según Pavlovic, para el fiscal regional de la Araucanía, Francisco Ljubetic, en la aplicación de la justicia “hay un sesgo favorable a los Mapuche”, a lo que Ljubetic -quien ha sido uno de los principales promotores de la mítica “guerrilla rural”- con el sesgo que le caracteriza, sentencia que en las causas a Mapuche por delitos graves los “estándares probatorios no son igual que para cualquier persona”, olvidándose de aclarar que la Ley Antiterrorista tampoco se le aplica a cualquier persona, sino que sólo a los Mapuche que reclaman la recuperación del territorio.
No hubo tampoco una imagen ni palabra sobre la situación de los Prisioneros Políticos Mapuche que iniciaron una huelga de hambre, desde el 27 de agosto en la cárcel de Angol y desde el 1 de octubre en la cárcel de Temuco, ni de los motivos que hay detrás. Tampoco de las absurdas acusaciones, los politizados y mediáticos juicios y las exageradas penas carcelarias que pesan sobre los inculpados. Ni el hecho que se les haya imputado por supuestos hechos en que se les atribuye el homicidio frustrado del propio jefe de la IX Zona Policial de Carabineros, Iván Bezmalinovic, quien dirigía los allanamientos desde un helicóptero mientras se efectuaba el supuesto ataque en su contra.
En este caso, Pavlovic no ve una salida política, sino que es un problema de “privilegios” que estarían aplicando los jueces a los Mapuche que tienen relación con el proceso de recuperación territorial, por tanto, debiera haber una solución judicial y no política. Contrariamente a lo que mostró en el caso del Pueblo Maorí, de quienes por cierto, Pavlovic tiene una mirada radicalmente distinta como Pueblo Originario en comparación con el Pueblo Mapuche. Entre otras comparaciones que requieren de un proceso de discusión mucho más profundo y de una voluntad de diálogo que este gobierno no tiene, como sí la de imposición de sus políticas represivas, criminalizadoras y asistencialistas con las comunidades Mapuche.
El Rol de Los Medios en Chile
Pero no es primera vez que esto ocurre, TVN tiene un largo historial de manipulación de la información en relación al Pueblo Mapuche. Recordemos por ejemplo, entre tantos otros, algunos casos recientes, como la verdadera campaña promocional a la creación de grupos paramilitares en la zona de Ercilla, que vimos por más de una semana en las pantallas del canal, tanto en su noticiero regional como a nivel nacional y que Pavlovic hizo resurgir.
O el burdo encubrimiento que TVN quiso hacer al arsenal de guerra encontrado a un terrateniente de Victoria, sobre quien en el reportaje Pavlovic sentencia que “no tendría vínculos con los ataques”, sino que más bien “la violencia apunta a grupos indígenas”, sin indicar que el terrateniente es miembro del “comando Hernán Trizano”, que ha amenazado públicamente con “hacer desaparecer” a los Mapuche de Temucuicui, que la razón de su disputa con René Urban es su “actitud blanda” con los Mapuche y que “los vínculos” que podría o no tener, nunca han sido investigados por la justicia, y que tampoco ha pasado un día en la cárcel, como si lo han hecho los Mapuche.
En esa ocasión TVN aludió también a la inocencia del agricultor Temer San Martin diciendo que era un “coleccionista de armas”, y poniendo en su lugar imágenes del joven Mapuche Luis Marileo, que acababa de entregarse voluntariamente a la policía, alegando absoluta inocencia en el hecho que se le sindicaba, situación que por cierto, TVN no informó debidamente ni en ese entonces, ni ahora en el programa de Pavlovic.
Hasta cuando tendremos entonces que seguir tolerando las falsedades, falta de ética profesional, prejuicio y racismo de los medios chilenos y de periodistas inescrupulosos que son enviados a misiones comunicacionales que buscan limpiar la imagen del gobierno y justificar la vulneración de los derechos esenciales del ser humano, y junto con esto, buscan la criminalización y el descrédito de legítimos procesos sociales de reivindicación de derechos que, por lo demás, están reconocidos en diversos instrumentos internacionales que Chile ha suscrito, pero que sin embargo no aplica ni respeta, a diferencia de leyes retrógradas en materia de Derechos Humanos como lo es la Ley Antiterrorista heredada del dictador Pinochet.
Cuanto más tendremos que esperar para tener medios realmente públicos que no sean meras agencias de publicidad y encubrimiento de intereses de los sectores corporativos y políticos que controlan este país, que sus ejecutivos no sean vanos operadores políticos y sus profesionales de la comunicación no sean meros mercenarios de sus patrones y que realmente hagan un mínimo esfuerzo por cambiar su visión sesgada y profundicen adecuadamente en la complejidad que el tema merece.
Todo país que se jacta de ser democrático y se dice respetuoso de los Derechos Humanos, debe garantizar la adecuada representación de todos los actores sociales en los medios de comunicación, por tanto, garantizar el acceso de todos los sectores sociales a través de medios públicos y la facilitación de la creación de medios propios. El no garantizar que estos espacios existan en los medios establecidos y no facilitar la proliferación de nuevos medios, atenta contra el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la información y a la comunicación, y el acceso a las nuevas tecnologías.
Es momento entonces, de comenzar a exigir el reconocimiento y respeto de todos los Derechos Humanos, incluyendo también el Derecho a la Comunicación, y de contar con medios públicos que incorporen programas que contengan visiones diversas y respetuosas de las realidades locales y los procesos sociales, teniendo la posibilidad también de comunicarse a través de medios propios, especialmente -como en este caso- en asuntos relacionados a Pueblos Originarios.